jueves, 10 de mayo de 2012

MÁS NACIONAL QUE LA BANDERA


Hay sólo dos países donde una gaseosa local vende más que Coca-Cola; Perú es uno. Un antropólogo analiza el éxito de Inca Kola, creada en Lima en 1935.

POR NICOLAS ARTUSI



Y un día, Perú se convirtió en Suecia. Fue cuando los rojos y el blanco del pabellón patrio imaginado por el prócer panregional José de San Martín mutaron en los nórdicos azules y amarillos: los colores de Inca Kola. Si es cierto que el recoleto Jorge Luis Borges se empalagó con el dulzor de la “inverosímil gaseosa” para soportar los rigores físicos de su ascensión a Machu Picchu (como reseña Esteban Peicovich en su libro El palabrista ), los jóvenes que buscan la epifanía en el misterio inca traen como souvenir la remera de una bebida, estampada con el logo de reminiscencias prehispánicas. En reemplazo de los íconos nacionales tradicionales, y con un eslogan histórico que refuerza los lazos con un sentir patrio (“la bebida del sabor nacional”), Inca Kola se propone como un heroico foco de autodeterminación en el imperio de la onda dinámica: Perú es uno de los dos países del mundo donde una gaseosa nacional vende más que Coca-Cola. El otro es Escocia. Y aunque el día en que la multinacional yanqui compró parte de la empresa andina el sentimiento popular fuera de decepción ante el sometimiento (¡la traición!) frente a la potencia extranjera, sus colores azules y amarillos siguen siendo una reversión abyecta de la bandera del Perú.
Como la fría y avanzada Nokia para Finlandia, la expansiva y sintética McDonald’s para los Estados Unidos o la sobria aunque monárquica Harrod’s para Inglaterra, Inca Kola, inventada en Lima por el británico Joseph R. Lindley, comenzó a comercializarse en 1935 y es una marca que pinta un país, fronteras adentro y afuera. El antropólogo Miguel Angel Hernández publicó una tesis que investiga la influencia de las marcas de consumo masivo sobre las identidades nacionales.
“Mi interés sobre el fenómeno surgió a partir de la exposición de pautas publicitarias que inundaban la televisión a principios de la década del 2000”, le dice Hernández a Ñ , desde Lima: “La característica principal era enfatizar la ‘peruanidad’ de ciertas marcas y productos en desmedro de los artículos importados”.
Ahí donde la cocina peruana se haya postulado como Patrimonio de la Humanidad, y con el ceviche convertido en la más provechosa de sus embajadas, una bebida resume las paradojas de la época: es el producto más exitoso en las góndolas de los supermercados y, a la vez, se erige como ejemplo del brutal paso del neoliberalismo por Latinoamérica en la década del 90 y modelo de rebeldía: “La gaseosa de color amarillo y gusto azucarado, comparado con la goma de mascar por turistas extranjeros, hace gala de su compatibilidad única con la cocina criolla costeña, la comida chino peruana, los platos de ascendencia andina y las demás tradiciones culinarias del país”, explica Hernández: “El color también implica una diferencia sustancial con la oferta existente y refuerza la idea de excepcionalidad y ni qué decir del nombre ‘Inca’ y del logotipo, al cual hace pocos años se le agregó el mapa del Perú”.
¿Cuál es el lugar que una marca ocupa en el imaginario social de un país?
La Inca Kola forma parte del grupo de bebidas que existían en el Perú antes de la expansión mundial de las grandes transnacionales de gaseosas estadounidenses, Coca-Cola y Pepsi. La marca se posicionó comercialmente en las grandes ciudades del país, otorgándole una omnipresencia en el territorio, lo cual refuerza la idea de su “peruanidad”. En los 90, la masiva invasión de productos y capitales extranjeros resultaron en el colapso de la industria nacional. Fueron pocos los productos que lograron permanecer en el mercado y muchos de ellos, como Inca Kola, apelaron a ese posicionamiento en el imaginario nacional en sus estrategias publicitarias. A los discursos anteriores se le agregó la representatividad como la bebida “propia” frente a lo invasivo, lo foráneo. El índice de consumo de gaseosas, que era compartido entre varias ofertas, se polarizó entre Coca Cola e Inca Kola. Y la alianza estratégica de ambas empresas despertó una ola de críticas por la supuesta sumisión ante el gigante externo.
Aunque el popstar del grupo inglés Jamiroquai haya bailado con la camiseta rojiblanca del seleccionado peruano en su video Seven Days in Sunny June (“sólo porque me gustaron los colores”), entre los jóvenes se popularizaron las ropitas que replican los atributos de la marca: se los puede ver cualquier fin de semana por el Abasto porteño, donde la Inca Kola se vende en las esquinas y los comipasos ofrecen combos de bife a lo pobre y papas a la huancaína.
Acaso sin advertir que se uniforman con una marca, encarnan una rebelión módica contra la Cajita Feliz: “La inclusión de polos, o remeras como le dicen ustedes, con el logo de Inca Kola surgió como una respuesta social al fenómeno de la globalización”, analiza Miguel Angel Hernández: “Aquí se dio cuando las personas entraron al diálogo con el mundo globalizado y expusieron aquellos elementos característicos que los hacen pensar y definirse como peruanos”.
¿Cómo funciona el proceso de “sustitución” de identidades nacionales: de los símbolos patrios a los logotipos de las marcas?
La peruanidad se recrea continuamente. Un país caracterizado por la enorme diversidad cultural no logró con el paso de los años, a pesar de los esfuerzos que se dieron desde el Estado y demás actores, la homogeneidad de un discurso nacional, que siempre fue poroso y proclive a la atomización. Como dice el filósofo Néstor García Canclini, con la globalización, la oposición entre lo propio y lo ajeno se desdibuja. El discurso de lo global pretende crear (y crea) una identidad objetiva basada en la libre capacidad de elección y para eso se otorgan un conjunto de elementos culturales supuestamente universales, que se asocian a este discurso y que se difunden en los medios de comunicación. El fácil acceso a otros rasgos culturales expone a los individuos ante una gran diversidad de elementos foráneos de los cuales apropiarse y construir nuevos límites sociales.
¿Y cuál es la reacción ante esa invasión?
Las comunidades nacionales tienden a cerrar filas contra el discurso homogeneizador, a partir de la revalorización de sus características culturales y elementos originarios. En el Perú, esto se dio a través de la creación de diversos símbolos representativos culturales, como los productos de consumo cotidiano. Al igual que los símbolos oficiales tradicionales, intentan sintetizar la infinidad de características de la población y del territorio que tiene el país.
En tiempos de descrédito ante las instituciones, ¿cuál es la respuesta del público frente a la omnipresencia de una marca como emblema nacional?
El investigador peruano Rolando Arellano sugiere que el nacionalismo emergente surgió dentro de un contexto interno de crisis de valores. Luego del nefasto episodio de corrupción de la década del 90, los peruanos encontraron motivos de orgullo ya no en los símbolos oficiales tan estrechamente relacionados con un Estado corrupto y ajeno a la población, sino en elementos más cercanos y cotidianos, como la comida o la música, a los que se tiene un acceso mucho más inmediato. Y sobre los cuales se puede ejercer una influencia más directa.
Tomado de Revista Ñ

PRIMEROS RECURSOS DEL NUEVO DICCIONARIO HISTÓRICO DE LA RAE





Los filólogos y aficionados a conocer el pasado de las palabras pueden consultar desde el sábado en la red los recursos básicos utilizados para elaborar el Nuevo diccionario histórico del español, entre ellos los diez millones de papeletas del antiguo fichero de la Real Academia Española.

Esta gran obra, que reconstruirá la evolución del léxico español a lo largo de los siglos y que solo estará disponible en internet, podría alargar sus plazos si continúan los recortes presupuestarios.
En 2011, el equipo responsable contó con un tercio de los 800.000 euros que se le asignaban anualmente, lo que obligó a prescindir de parte del personal.
«En estos momentos no tenemos constancia de que nos vayan a mantener ni ese tercio», afirma José Antonio Pascual, director del Nuevo diccionario histórico, en una entrevista con Efe, en la que también asegura que «el proyecto no se parará nunca». «Irá más despacio y habrá que realizar una buena gestión y buscar nuevos fondos».
Además de los diez millones de fichas, están ya disponibles en la página web de la Academia (en la entrada «Fundación Rafael Lapesa: NDHE»), el Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH), el antiguo Diccionario histórico de la lengua española (1960-1996) y el Mapa de diccionarios

Los diez millones de fichas, disponibles ya en internet, fueron redactadas sobre todo entre 1930 y 1996, fechas en que la Academia afrontó la redacción del Diccionario históricoTambién se puede consultar el Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH), que cuenta con unos 53 millones de «presencias o de registros» de todos los períodos del español. De ellos, 32 millones pertenecen a textos españoles de la Edad Media y de los siglos XVI al XX, y los veinte millones restantes a obras americanas. Ese corpus vale para las palabras más frecuentes de la lengua española, que son de 40.000 a 50.000, y en los próximos meses, añade Pascual, saldrán «otros dos corpus más amplios».

Pero, ahora, quien quiera ver, por ejemplo, qué significado tenía «nación» en el pasado, verá que, entre otros, figura el de nacimiento o lugar de origen: «yo soy de nación aragonesa», se decía.
Y si uno busca «espingarda» se encontrará con multitud de ejemplos, entre ellos «estas dos batallas del prínçipe y del obispo yvan forneçidas de grande número de espingardas», de 1480.
En la red están también el antiguo Diccionario histórico que la RAE editó entre 1960 y 1996 y que solo llegó a las letras «a-apasanca» y «b-bajoca», y seis ediciones representativas del diccionario académico: 1780, 1817, 1884, 1925, 1992 y 2001.
En el futuro estarán todas las ediciones de esta obra esencial de referencia y habrá «una especie de llamada que remita al fichero de la Academia y explique por qué se añadieron algunas acepciones», comenta Pascual.
Así, la palabra «sarnilla» que se utiliza en Honduras para aludir al «piojillo de las aves», «no se sabe por qué está ahí, pero, si se relacionan todos los diccionarios con el fichero antiguo, averiguaremos quién la propuso y cuándo», señala Pascual.
Dentro de dos meses saldrán ya «200 palabras definidas de una forma clara para que se vea cómo va a ser el Nuevo diccionario histórico», y «en el horno» tienen «otras dos mil». Para esa primera entrega se han seleccionado voces relacionadas con armas e instrumentos, y aparecerán familias de palabras: alabarda, alabardero; sable, sablista, sablear...

El Nuevo diccionario histórico se puso en marcha en el 2005 y lo que estaba previsto era, en una primera fase de quince años, ofrecer la historia de unas 40.000 a 50.000 palabras.
Pero el presupuesto se redujo drásticamente en el 2011 hasta un tercio de los 800.000 euros anuales con que se contaba anteriormente. Eso ha obligado a prescindir de algunos expertos y en estos momentos Pacual cuenta solo con «dos lexicógrafos. En Francia hubo 140 durante 50 años».
«Con dos lexicógrafos, cumplir los planes previstos es imposible», asegura Pascual.


PRESENTAN LA ORTOGRAFÍA BÁSICA


MADRID, ESPAÑA (08/MAY/2012)


La Real Academia Española vivió hoy una jornada poco habitual: unos doscientos alumnos, de 13 y 14 años, asistieron a la presentación pública de la "Ortografía básica", más breve, clara y didáctica que la versión amplia, pero con las mismas normas, esas que han hecho del español una lengua unida.

"La ortografía es el código que mejor refleja la unidad de la lengua", afirmó Salvador Gutiérrez, coordinador de esta importante obra de referencia que han preparado las veintidós Academias de la Lengua Española y que publica Espasa en todos los países de habla hispana. 

En México, la versión reducida ya está disponible, en España lleva casi dos meses a la venta y en Colombia y en Argentina llega este mes las librerías. En el resto de países se irá distribuyendo progresivamente. Su precio es de unos 17.60 dólares.

Frente a las 745 páginas de su "hermana mayor", la "Ortografía básica de la lengua española" tiene 228 y es mucho más manejable que la oficial. Como dijo Salvador Gutiérrez, está "destinada al gran público" y pretende convertirse en "una ortografía esencial, en la que nada sobre y nada falte: están todos los preceptos ortográficos necesarios" para escribir correctamente el español.

Esos preceptos son los mismos de la versión amplia, publicada a finales de 2010, y, como ya sucedió entonces, algunos de ellos suscitan polémica, como la supresión de la tilde en "guion", "truhan" o "Sion" (una de las cuestiones por las que preguntaron los alumnos) o la recomendación de llamar "ye" a la "i griega", entre otras novedades.

Polémica sigue causando también la recomendación de suprimir la tilde del adverbio "solo" y de los pronombres demostrativos, incluso en casos de posible ambigüedad ("voy solo al cine" o "llega esta tarde"). 
Revuelo produjo, además, la pretensión de las Academias de unificar las distintas denominaciones que reciben en cada país las letras del alfabeto.

Al final la sangre no llegó al río y se recomienda decir "be", "uve", "uve doble" y "ye", pero se deja libertad para llamarlas, allí donde sea costumbre, "be larga" o "be grande"; "ve corta" o "ve baja"; "ve doble", "doble ve" o "doble uve", e "i griega". A la "i" también es correcto llamarla "i latina". 

La alegría y el bullicio estaban garantizados hoy en la Academia, dada la extrema juventud del público que llenó el salón de actos, pero cuando comenzó la presentación los alumnos, procedentes de tres escuelas, guardaron un riguroso silencio y plantearon las numerosas dudas que habían preparado.

De resolver las dudas se encargaron Elena Hernández, responsable del departamento de "Español al día" de la RAE, y su equipo: Marta García, Encarna Raigal, Marta Comenzana y María Ángeles Blanco. 
La primera pregunta reflejó hasta qué punto el lenguaje propio de los mensajes SMS se ha extendido a otros ámbitos: ¿es falta de ortografía escribir "q" y "x" en lugar de "que" y "por"? 

En la respuesta quedó claro que ese tipo de abreviaturas "son faltas de ortografía" cuando se utilizan en el lenguaje formal, por ejemplo en los exámenes, algo de lo que se quejan con frecuencia los profesores. En esos casos hay que utilizar siempre "las palabras plenas". 

La desaparición de la "ch" y la "ll" como letras independientes suele suscitar dudas, como puso de manifiesto otro estudiante. El alfabeto se ha quedado con 27 letras, y no las 29 de antes, porque la "ch" y la "ll" son "dígrafos".

Otro alumno preguntó algo que muchas veces plantea dudas en España: ¿Por qué "México" y "Texas" se escriben con equis pero se pronuncian como si llevaran "jota"? "Es un fósil sin más, un resto antiguo de cuando el sonido 'j' se podía representar con la letra 'x'", explicó Elena Hernández. 

También se recordó en la presentación que con la nueva Ortografía es obligatorio no poner tilde en monosílabos con diptongo ortográfico del tipo de guion, truhan, Sion, aunque algunos hablantes pronuncien esas palabras con hiato, como sucede en España. 

Esa norma sigue causando extrañeza y polémica entre los españoles y en aquellos países donde las consideraban bisílabas, pero no en otros, como en México, donde las pronuncian con diptongo y no les ponían tilde por ser monosílabos.

Y, si de prefijos va la cosa, hoy se recordó que "ex-" debe escribirse unido a la base léxica si afecta a una sola palabra: exmarido, exministro, expresidente, pero se dirá "ex capitán general" y "ex cabeza rapada". 
La influencia del inglés y de otras lenguas lleva a alguno a prescindir de los signos de apertura de las exclamaciones e interrogaciones, pero "es obligatorio ponerlos", se recordó hoy.
Tomado del Informador