Educación desnutrida
(Editorial de El Comercio, miércoles 24 de octubre de 2012)
No será
posible elevar el nivel educativo sin una política conjunta de lucha contra la
desnutrición.
Para
nadie debe ser sorprendente que, en la última encuesta nacional-urbana de Ipsos
Apoyo publicada por El Comercio, casi el 90% de los
encuestados considera que la educación básica en nuestro país puede ser
calificada entre regular y mala. Lo único que sorprende, en realidad, es que
algunos pocos la consideren buena. Después de todo, nuestro país ocupa el
deshonroso puesto 138 de 144 en cuanto a calidad de la educación primaria,
según el último Índice de Competitividad Global (2012-2013), y el Ministerio de
Educación parece estar más preocupado en hacer concesiones que tranquilicen al
Sutep que en lograr una verdadera reforma del sistema educativo.
La
lista de reformas pendientes en este sector es bastante larga. Pero hay un tema
del que no se habla mucho, que ha sido muy descuidado en el pasado y que es
hasta más determinante para el aprendizaje de los niños que el monto invertido
per cápita en el rubro educación: la capacidad con la que el niño llega a las
aulas para aprehender lo que ahí le enseñan, la misma que depende, en primera
instancia, de que haya estado bien nutrido en su primera infancia.
La
desnutrición crónica es un problema gravísimo en el país. Al 2011 aún seguía
afectando a más de 488 mil niños de entre 0 y 5 años (es decir, al 15,2% de esa
población). Según el Instituto Peruano de Economía, los niños desnutridos
crónicos doblan la cantidad de pobres extremos. Y si bien es cierto la
incidencia ha caído paulatinamente gracias al crecimiento económico (entre el
2004-2005, más de 785 mil niños de entre 0 y 5 años eran desnutridos crónicos),
esta aún es preocupante sobre todo por sus implicancias. Estudios como el de
Santiago Cueto, Ernesto Pollit y Juan León, por ejemplo, demuestran el vínculo
entre privaciones en la niñez relacionadas con la pobreza (dentro de las cuales
la desnutrición cobra un cariz importante) y la capacidad del niño para
aprovechar una buena enseñanza.
La
moraleja es clara: el problema de la desnutrición es parte del problema de la
educación. Sin solucionar el primero, no podrá tener mayor efecto lo que se
haga con el segundo. Esto, en nuestra opinión, exige un reenfoque de los
programas sociales que les permitan abordar juntos a los problemas que están
unidos en la realidad. Hasta hoy, concretamente, nuestros programas
alimentarios tenían como objetivo combatir la desnutrición, pero no velaban por
su relación con las demás variables que se ven afectadas por esta, como es el
caso de la educación. Y hay que tener en cuenta que este tipo de programas
sociales son de los que más fallas presentan; por ejemplo, en el 2009, el
porcentaje de filtración en el Vaso de Leche y en los comedores populares
alcanzaba el 50%, lo cual es un verdadero escándalo. Otros triste ejemplo es el
del (afortunadamente difunto) Programa Nacional de Asistencia Alimentaria. Solo
lograba atender a 16% de los niños menores de 3 años en situación de pobreza,
entregaba únicamente 48% de canastas completas; sus desayunos y almuerzos
escolares llegaban menos de la mitad de los días programados y en el 2010 tenía
una tasa de filtración para la distribución de papilla de hasta 46% en áreas
urbanas.
Si
el Gobierno quiere cambiar esta historia, tiene que hacer que el Ministerio de
Educación desarrolle sus políticas de la mano con el Ministerio de Desarrollo e
Inclusión Social (Midis). La ministra Trivelli, afortunadamente, parece ser
consciente de esto, pues el lunes en Canal N comentó que el nuevo programa del
Midis, Qali Warma, estará entregando alimentos, en tres años, a todos los
alumnos de inicial y primaria. Paralelamente, señaló la señora Trivelli, el
Midis trabajaría de manera conjunta con el sector Educación en otros ámbitos,
como el programa Cuna Más, que atiende a niños de 0 a 3 años de edad.
Ojalá
esta iniciativa tenga éxito y no termine como los programas alimentarios del
pasado. Esperemos que el ministerio que encabeza la señora Salas no pierda de
vista su parte en esta tarea. De otro modo, no solo los niños quedarán
desnutridos, sino también nuestra educación.
Tomado de El Comercio
¿Cómo debería ser el sistema educativo peruano según el video?
¿Qué debería hacer el Estado para cambiar la situación descrita en el video?
Veamos otro video sobre el caso de la educación en México y Finlandia.