Los filólogos y
aficionados a conocer el pasado de las palabras pueden
consultar desde el sábado en la red los recursos básicos utilizados
para elaborar el Nuevo diccionario histórico del español, entre ellos
los diez millones de papeletas del antiguo fichero de la Real Academia
Española.
Esta gran obra, que reconstruirá la evolución del léxico
español a lo largo de los siglos y que solo estará disponible en internet,
podría alargar sus plazos si continúan los recortes presupuestarios.
En 2011, el equipo responsable contó con un tercio de los
800.000 euros que se le asignaban anualmente, lo que obligó a prescindir de
parte del personal.
«En estos momentos no tenemos constancia de que nos vayan a
mantener ni ese tercio», afirma José Antonio Pascual, director del Nuevo diccionario
histórico, en una entrevista con Efe, en la que también asegura que «el
proyecto no se parará nunca». «Irá más despacio y habrá que realizar una buena
gestión y buscar nuevos fondos».
Además de los diez
millones de fichas, están ya disponibles en la página web de la Academia (en la
entrada «Fundación Rafael Lapesa: NDHE»), el Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH),
el antiguo Diccionario histórico de la
lengua española (1960-1996) y el Mapa de diccionarios.
Los diez millones de
fichas, disponibles ya en internet, fueron redactadas sobre todo entre 1930 y
1996, fechas en que la Academia afrontó la redacción del Diccionario histórico. También se puede
consultar el Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH),
que cuenta con unos 53 millones de «presencias o de registros» de todos los
períodos del español. De ellos, 32 millones pertenecen a textos españoles de la
Edad Media y de los siglos XVI al XX, y los veinte millones restantes a obras
americanas. Ese corpus vale para las palabras más frecuentes de la
lengua española, que son de 40.000 a 50.000, y en los próximos meses, añade
Pascual, saldrán «otros dos corpus más amplios».
Pero, ahora, quien quiera ver, por ejemplo, qué significado
tenía «nación» en el pasado, verá que, entre otros, figura el de nacimiento o
lugar de origen: «yo soy de nación aragonesa», se decía.
Y si uno busca «espingarda» se encontrará con multitud de
ejemplos, entre ellos «estas dos batallas del prínçipe y del obispo yvan
forneçidas de grande número de espingardas», de 1480.
En la red están también
el antiguo Diccionario histórico que la
RAE editó entre 1960 y 1996 y que solo llegó a las letras «a-apasanca» y
«b-bajoca», y seis ediciones representativas del diccionario académico: 1780,
1817, 1884, 1925, 1992 y 2001.
En el futuro estarán todas las ediciones de esta obra
esencial de referencia y habrá «una especie de llamada que remita al fichero de
la Academia y explique por qué se añadieron algunas acepciones», comenta
Pascual.
Así, la palabra «sarnilla» que se utiliza en Honduras para
aludir al «piojillo de las aves», «no se sabe por qué está ahí, pero, si se
relacionan todos los diccionarios con el fichero antiguo, averiguaremos quién
la propuso y cuándo», señala Pascual.
Dentro de dos meses
saldrán ya «200 palabras definidas de una forma clara para que se vea cómo va a
ser el Nuevo diccionario histórico»,
y «en el horno» tienen «otras dos mil». Para esa primera
entrega se han seleccionado voces relacionadas con armas e instrumentos, y
aparecerán familias de palabras: alabarda, alabardero; sable, sablista, sablear...
El Nuevo diccionario histórico se puso
en marcha en el 2005 y lo que estaba previsto era, en una primera fase de
quince años, ofrecer la historia de unas 40.000 a 50.000 palabras.
Pero el presupuesto se redujo drásticamente en el 2011
hasta un tercio de los 800.000 euros anuales con que se contaba anteriormente.
Eso ha obligado a prescindir de algunos expertos y en estos momentos Pacual
cuenta solo con «dos lexicógrafos. En Francia hubo 140 durante 50 años».
«Con dos lexicógrafos, cumplir los planes previstos es imposible»,
asegura Pascual.
Tomado de Fundeu (Fundación del Español urgente)
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