Por Bernat Ferrer Nació Digital
Lingüistas proponen que el Estado catalán
normativice el castellano que se hablará, al margen de la RAE y sin
oficializarlo, y entendiendo que “eminentemente es una lengua americana”
“Si
la Catalunya independiente no gestiona el castellano, nos lo gestionarán desde
fuera. Dar toda la legitimidad del castellano en Cataluña a la Real Academia
Española (RAE) y al Instituto Cervantes sería un error gravísimo a medio y
largo plazo.” Con esta contundencia se expresa la lingüista y editora Silvia
Senz, una de las promotoras de una asociación en proceso de constitución, la
Asociación Catalana de la Lengua Castellana, que pretende reflexionar sobre
cómo el futurible Estado catalán deberá tratar el castellano. Conjuntamente con
ella, el catedrático de Lingüística General de la Universidad Autónoma de
Madrid (UAM) Juan Carlos Moreno Cabrera, afirma: “De entrada, oficializar el
español será un error, porque el españolismo actuará como ya ha hecho en los
países latinoamericanos. Nos enterraría”. En vez de la oficialización, proponen
que la Catalunya independiente asuma el castellano como “una estructura de
Estado de primer nivel: enseñándolo en a la escuela y aplicándolo en la
industria cultural y en relaciones exteriores. Y, todo, orientado a América
Latina”.
Senz y Moreno Cabrera, junto con Montserrat Alberte, lanzan al ruedo dos ideas (consúltese el borrador fundacional que proponen, en PDF): asunción desacomplejada del castellano por parte del Estado catalán, sin necesidad de oficializarlo, y que se entienda que el castellano “eminentemente es una lengua americana”, en tanto que en el continente americano se concentran el 90% de hablantes. Con este “nuevo enfoque” en el estudio del castellano, “la Catalunya independiente no sería un país cerrado como nos han querido hacer creer, sino abierto al mundo; no sería un país aislado, sino que usaría el castellano como lengua de relación de primer nivel internacional”. Con estas medidas, entre otras, consideran que “se situaría Cataluña en el mundo”, al tiempo que “quedaría aislada una España que, en realidad, viendo los hechos y analizando la norma, no ha querido realmente ceder poder lingüístico aAmérica”, afirman provocativos.
Senz y Moreno Cabrera, junto con Montserrat Alberte, lanzan al ruedo dos ideas (consúltese el borrador fundacional que proponen, en PDF): asunción desacomplejada del castellano por parte del Estado catalán, sin necesidad de oficializarlo, y que se entienda que el castellano “eminentemente es una lengua americana”, en tanto que en el continente americano se concentran el 90% de hablantes. Con este “nuevo enfoque” en el estudio del castellano, “la Catalunya independiente no sería un país cerrado como nos han querido hacer creer, sino abierto al mundo; no sería un país aislado, sino que usaría el castellano como lengua de relación de primer nivel internacional”. Con estas medidas, entre otras, consideran que “se situaría Cataluña en el mundo”, al tiempo que “quedaría aislada una España que, en realidad, viendo los hechos y analizando la norma, no ha querido realmente ceder poder lingüístico aAmérica”, afirman provocativos.
“Hay que estudiar al enemigo y se deben conocer sus armas para poder utilizarlas en beneficio propio. Y España ha concebido siempre el castellano como una herramienta geoestratégica, económica y geopolítica de primer nivel. Lo vimos clarísimamente con el proceso de expansión de las grandes empresas españolas, que siempre han dicho que su mercado natural de expansión era América Latina. De hecho, todo el proyecto de España se ha construido a través de la lengua, el castellano ha sido el elemento central que ha recogido las esencias de la nación”, afirma Senz, de raíz castellanohablante.
“El catalanismo debe entender que la RAE es uno de los elementos políticos más potentes de que dispone el Estado” resaltan. “Los países latinoamericanos siempre le han cedido la gestión de su lengua, y cuando quieren establecer posiciones propias, todo son críticas.” De hecho, el presidente de honor de la Fundación proRAE es el rey Juan Carlos, el presidente, el gobernador del Banco de España, y, entre los vocales, se cuentan los presidentes de Telefónica, Repsol, Endesa, La Caixa y el Grupo Prisa, entre otros.
Lengua
eminentemente americana
Tratando el castellano “como una lengua eminentemente americana” sin complejos, sostienen que la República catalana podría relacionarse de tú a tú con el gran mercado norte, centro y suramericano, así como con la comunidad hispana de EE.UU. “Es falso que el castellano sea una lengua homogénea. Es una lengua muy dividida, de hecho, la escuela y los medios de comunicación de América Latina ya han desarrollado una serie de estándares, no oficiales para la RAE, por propia necesidad”, explica Moreno Cabrera.
¿La prueba de todo ello? La multinacional de la animación Disney, cuando estrena una película para el mercado hispanohablante, de hecho estrena tres: una, “la principal”, apunta Senz, para el mercado formado por México, Puerto Rico y los hispanos centroamericanos, la segunda, para los países andinos, el Uruguay y Argentina…, y la tercera, “la versión minoritaria”, para el Estado español. El fenómeno literario Harry Potter también siguió los mismos pasos.
Aseguran que en Argentina menudo hay muchas quejas de los libros que les llegan de España, porque se quejan de que “hay muchos chorizos o butifarras”, que no entienden. Si la Cataluña independiente tuviera en cuenta estas demandas, y asumiera otros estándares lingüísticos al margen del de la RAE, lograría una gran entrada en el mercado latinoamericano. Senz sentencia: “José Manuel Lara Bosch es un inculto, porque podría plantearse editar libros con estos otros estándares y hacer mucho más negocio de lo que hace ahora”.
“Debemos entender esta realidad, y debemos poder ser productores”, expone Senz. “El catalanismo está tan obsesionado con el futuro del catalán que no se da cuenta del potencial lingüístico que tiene en su entorno”, sentencia.
Una AVL para la RAE
“¿Por qué hablan de valenciano, catalán, mallorquín, ibicenco..., y en cambio no hablan de murciano, argentino, mexicano?”, se pregunta Moreno Cabrera. La reflexión, inevitablemente, lleva a preguntarse si el castellano, el catalán o el inglés existen como tales. “Las lenguas son sumas de variedades; la homogeneidad de una lengua es un concepto político”, responde contundente. Y opina: “La RAE no aceptaría nunca los equivalentes a la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) aplicados a los diversos castellanos que se hablan en América Latina, pero serían mucho más necesarios”.
De la misma manera que es asumido por todos que el inglés británico es diferente del inglés norteamericano, y que ambos son estándares válidos, Moreno Cabrera y Senz se preguntan por qué no existe un fenómeno similar con el castellano. “El idioma normativo sigue siendo profundamente castellanocéntrico”, constatan.
“Se nos ha vendido la idea de que hay una lengua superior y genuina, el castellano normativo, y que de aquí se derivan las diferentes variedades. Pero, lo que prevalece, lo que es superior, es el normativo. Y es una idea que tenemos inoculada desde 1714, cuando Felipe V dio amparo a la Real Academia Española”, denuncian, sin aceptar que esta norma deba ser la única válida, como de hecho ya no lo es para la versión en español de las cadenas CNN o Fox.
La no oficialidad del castellano
“En Armenia, el armenio es la única lengua oficial. Sin embargo, en las librerías y bibliotecas, sólo el 30 % de la oferta que se encuentra es en armenio, el resto, el 70%, es en ruso. Imaginemos qué pasaría si el ruso fuera oficial.” Con este dato, Moreno Cabrera ejemplifica el motivo por el cual entiende que el catalán (junto con el aranés) debe ser el único idioma oficial de la futurible República. Y aporta otra: “Después de que los países latinoamericanos se independizaran de España, la ruptura con Madrid no fue total. Las élites criollas se continuaban identificando y relacionando con España, y Madrid las instrumentalizó en beneficio propio”. Y una tercera: “En Paraguay, el 90 % de la población habla guaraní. En cambio, en el Parlamento, ningún diputado lo utiliza, porque la consideran una lengua inferior”.
Moreno Cabrera y Senz hacen un llamamiento al conjunto del catalanismo para que piense cómo quiere gestionar las lenguas que se hablan en Cataluña. Ahora, la justicia española dictamina que en Cataluña se debería poder estudiar en castellano básicamente porque es una de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Autónoma. Si el Estado catalán asume el castellano como oficial, “como propone ERC”, España tendrá un motivo de peso para poner en marcha un conflicto internacional con la Cataluña independiente, razonan. Con el castellano como lengua oficial, difícilmente nada podrá impedir que el espacio mediático español continúe sintonizado en las televisiones catalanas. En cambio, si no cuenta con un estatus de oficialidad pero el Gobierno vela especialmente para que se conozca, a ojos de la legalidad internacional el riesgo de conflicto disminuirá.
Por todo ello, Senz afirma: “No hay que otorgar plenos derechos a los castellanohablantes. El gran éxito de las políticas de integración de Cataluña, que han permitido que todos conozcan el catalán, ahora resulta que se lo cargan nuestros propios políticos dividiéndonos por razones de lengua. No hay catalanohablantes o castellanohablantes, sino gente que tiene el catalán y el castellano como primera o segunda lengua, pero todos se pueden identificar con el catalán de una u otra manera”.
“Si el Estado catalán no blinda el catalán y el aranés, en ningún lugar más que
en Cataluña tendrán garantizada la supervivencia. Porque, con la independencia
de Catalunya, debemos tener claro que desaparecerá del País Valenciano y de las
Baleares”, profetizan.
Tomado de Addenda et Corrigenda