Stéphane Hessel es un duro crítico de las inequidades del mundo; sin embargo, no pierde la confianza en el ser humano.
París. A los 93 años Stéphane Hessel ha comenzado una revolución global conocida como los ‘indignados’. Mientras tanto, el hombre del año para la revista “Time” ha sido el manifestante, en referencia a hechos como la primavera árabe, la ocupación de Wall Street o la Plaza del Sol en España. Y el diario inglés “The Guardian” eligió a Camila Vallejo, la dirigente estudiantil chilena.
Stéphane Hessel participó junto al general Charles de Gaulle en la liberación de Francia en la ocupación nazi y salvó de morir hasta cuatro veces en los más temibles campos de concentración. Lideró el equipo que redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ahora nos advierte acerca del peligro que enfrentamos como civilización y como planeta por la desmedida ambición del 1% de la población que no tiene reparos en condenar a la pobreza al 99% restante.
¿De dónde cree que proviene la idea occidental de progreso?
Progreso fue una palabra muy clara para occidente, por lo menos, los últimos tres siglos. A finales del siglo XX sentimos que ya no era posible seguir en la misma dirección. Ahora significa más y más producción, más y más consumo, más y más ganancias, más y más avances científicos. Todo esto terminó en una paradoja. No se podía continuar porque las capacidades de nuestro planeta son limitadas y no pueden ser explotadas ilimitadamente. Progreso no puede significar más, más, debería significar mejor, un mejor manejo del planeta y un mejor ambiente social y democrático.
¿Diría que la lavada salió más cara que la camisa?
No lo creo, soy optimista. El progreso fue importante, ha traído muchas cosas que necesitamos, aunque, por otro lado, ha ido demasiado lejos. Por eso ahora debe ser corregido. Corregir el progreso no significa que seremos pobres, no. No debemos pensar solo en el progreso material, sino también en el progreso espiritual. Hemos estado administrando nuestro planeta de manera incorrecta. Debemos cambiar nuestra sociedad haciéndola más justa, más generosa, más capaz de tomar en cuenta las necesidades de todos sus 8 mil millones de habitantes, si no el progreso será solo para el 1% y la pobreza para el 99% restante.
¿Qué deberíamos hacer para enfrentar el cambio climático?
Es esencial que todos los ciudadanos se unan y pongan presión sobre sus gobiernos para que superen el peso que las fuerzas del mercado económico y financiero le imponen. Estas fuerzas quieren que las cosas sigan como han venido el último siglo y no apoyan la idea de un cambio radical.
¿Qué ve de positivo y negativo en la idea de globalización?
El lado positivo es el enorme progreso en la intercomunicación. Esta nos permite ver los problemas en conjunto y no solo en un país. Debemos pensar globalmente pero actuar localmente. No obstante, en el mundo globalizado tanto las fuerzas económicas como las financieras no conocen límites ni fronteras, por lo que la ciudadanía también debe trabajar sin fronteras.
¿Qué piensa de que los valores individualistas hoy prevalezcan sobre los valores comunitarios?
Nos han creado un miedo hacia los valores comunitarios por la forma en cómo la ideología comunista se ha dado a conocer en algunas partes del mundo. Sin embargo, es obvio que la sociedad necesita de ambos y que cada individuo encuentre su propia moral y asuma su propia responsabilidad. Esto es algo que mi generación ha aprendido de un filósofo como Jean-Paul Sartre.
¿La humanidad debería usar más la ética para alcanzar sus fines? ¿Este fin sería una utopía?
Necesitamos un fin que no sea tan solo material. Necesitamos un fin espiritual que signifique que la ética sea parte de un posible futuro. Nos gustaría pensar en nuestro futuro como un hecho basado en ideales, en esperanza, y no solo en cálculos y presupuestos. Esto no significa necesariamente una utopía. La palabra utopía significa “en ningún lugar”, “u” significa “ningún”. Necesitamos una Intopía, necesitamos tener una visión del futuro que no sea imposible sino tan solo improbable. Muchas veces lo improbable se vuelve realidad.
Hoy que la globalización amenaza con una sociedad unidimensional, como diría Marcuse, ¿la lucha de clases no está más vigente que nunca?
Hay que tener mucho cuidado cuando Fukuyama dice que vivimos en un mundo libre del peligro del totalitarismo. La historia se mueve constantemente. Los últimos 10 años del siglo XX han tenido una enorme relevancia y un gran progreso. La caída del Muro de Berlín, Gorbachov, la integración europea, los Objetivos del Milenio , etc. Desgraciadamente, dos años después ocurrió el ataque a las Torres Gemelas y George Bush salió electo presidente. Sufrimos diez años de una seria crisis que demostró que no estamos yendo en la dirección correcta. Necesitamos pasar por una nueva década, del 2012 al 2022, donde trabajemos todos más conectados y unidos, poner énfasis en los Objetivos del Milenio, que todos los jóvenes peruanos presten atención a temas como el del agua, las energías renovables, los derechos de la infancia y la educación escolar, entre otros. Que cada uno escoja uno de estos objetivos y dedique su vida a alcanzarlo.
¿Las fuerzas fascistas aliadas al sector financiero amenazan los derechos civiles y humanos?
El peligro siempre acecha. Las fuerzas fascistas se encuentran aún presentes en algún lugar esperando el momento preciso para volver a ganar poder. Si hay una ventaja de mi pequeño libro “Indignaos”, es que la gente (principalmente los jóvenes) que lo ha leído y que salió a las calles, son personas que desean que la democracia prevalezca tanto sobre las fuerzas fascistas como sobre las financieras. A los intelectuales, que han jugado un gran papel, y a los científicos les compete un gran rol. No deben convertirse en científicos totalitarios como aquellos que actualmente trabajan en el campo de la nanotecnología. El valor ético debe ser el núcleo de todo, núcleo tanto del mercado como de los gobiernos y de la ciudadanía.
El autoritarismo se ha sofisticado. ¿Ha ganado políticamente? ¿No deberíamos estar viviendo en una democracia?
El autoritarismo se ha sofisticado. ¿Ha ganado políticamente? ¿No deberíamos estar viviendo en una democracia?
Ciertamente, en el presente estamos viviendo lo que yo llamaría una oligarquía. Tan solo el 1%, los especuladores de Wall Street, son los que actualmente ejercen mayor influencia en la manera como estamos siendo gobernados y en la forma como vivimos. Debemos exigirle a nuestros gobiernos que sean más valientes para vencer la gran presión impuesta por las fuerzas del mercado. Hay que darle suficiente espacio a la economía social y solidaria, a la economía sin fines de lucro, a los intercambios entre productores. Debemos ganar un mayor espacio en nuestra sociedad global para que podamos luchar por una sociedad más democrática y menos oligárquica.
La biodiversidad y la diversidad cultural podrían ser los principales tesoros de la humanidad, pero cada proyecto totalitario trata de imponernos un pensamiento único. ¿Por qué hay siempre nuevas corrientes totalitarias, una tras otra?
Somos seres humanos (ríe). Todo ser humano tiene una parte despótica que lo hace desear ser más fuerte que otros y otra parte que, amorosa y generosa, se preocupa por los demás. Hay lugares donde se preservan los valores, donde los seres humanos se ven unos a otros de manera completamente distinta a como solemos vernos en este mundo individualista. Estos valores son preciosos, son un tesoro. Y así como mencionaste la biodiversidad, acá podemos ver el tesoro de la diversidad cultural. Aprendamos el uno del otro. Nunca pensemos que hemos encontrado la respuesta absoluta y que los demás deberán hacer lo que nosotros digamos que está bien. Cada pueblo tiene derecho a decidir su futuro. Esta es la forma de vivir todos juntos, respetándonos mutuamente y tratando de construir un mundo mejor.
Tomado de El Comercio
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