Slavoj Zizek, el filósofo popstar, se presentó ante un grupo de manifestantes de Occupy Wall Street para apoyarlos y darles algunas recomendaciones en pos de canalizar y fortalecer su movimiento.
Utilizando el sistema del “micrófono humano”, en el que las personas más cercanas al orador repiten sus palabras al unísono para que otros puedan escuchar, Zizek dijo que ellos “no están destruyendo nada… solo estamos siendo testigos de cómo el sistema se está destruyendo a sí mismo”. Y aclaró que el capitalismo marcha inevitablemente hacia su destrucción, pese a que algunas personas ciegamente no logran ver esto.
Dijo que mientras en China la programación televisiva que muestra realidades alternativas y el viaje en el tiempo ha sido prohibida, en Estados Unidos se tiene un problema diferente. “Aquí ni pensamos en la prohibición, ya que el sistema gobernante ha oprimido nuestra capacidad de soñar. Vean las películas que vemos todo el tiempo, es fácil imaginar el fin del mundo, un asteroide acabando con la vida, ¿pero no podemos imaginar el fin del capitalismo? ¿Entonces qué estamos haciendo aquí?” —lo cual nos recuerda una sumamente significativa y hasta preclara frase de F. Scott Fitzgerald: “Las películas nos han robado nuestros sueños. De todas las traiciones esta es la peor”.
“Los carnavales vienen fácil”, advirtió Zizek, “lo que importa es el día después, cuando regresamos a la vida normal. ¿Habrá cambios entonces? No quiero que recuerden estos días, ya saben, como ‘Oh, éramos bellos y jóvenes’. Recuerden el mensaje básico: tenemos permitido pensar en alternativas. El mandato está roto. No vivimos de la mejor forma posible. Pero hay un largo camino adelante. Estas son preguntas verdaderamente difíciles que nos confrontan. Sabemos lo que no queremos. Pero, ¿qué es lo que queremos? Las personas comúnmente desean algo que en realidad no quieren. No tengan miedo de querer lo que en realidad desean”.
Contó también una historia sobre un disidente enviado a trabajar a un campo de concentración a Siberia, quien, ya que sabe que sus cartas serán censuradas, les dice a sus amigos que les escribirá usando un código simple: tinta azul para la verdad, tinta roja para las mentiras. Su primera carta les llega y es un entusiasta reporte de la vida en el campamento: un maravilloso apartamento, deliciosa comida y hermosas mujeres; y concluye: ” Lo único que no podemos conseguir es tinta roja”.
Occupy Wall Street, dijo Zizek a la multitud, está señalando las mentiras que subyacen a la construcción de la sociedad estadounidense: “Ustedes son la tinta roja”, les dijo.
Los exhortó también a dialogar con el Tea Party y pensar en ellos como un movimiento hermano: “Puede ser que sean estúpidos, pero no piensen en ellos como el enemigo”.
Después explicó un tema que ha tocado numerosas ocasiones: cómo el altruismo se usa como un paliativo que hace olvidar los verdaderos problemas del sistema, como es el caso de George Soros —o de un laxante de chocolate (siendo que el chocolate estriñe). “Primero les quitan miles de millones y luego les dan la mitad de regreso. Y eso los convierte en grandes figuras humanitarias. Tomen el dinero, pero no dejen de luchar para derrocar el sistema que lo hace necesario”.
En otro tema un tanto polémico, Zizek describió el movimiento de la comida orgánica como un”seudo-activismo” diseñado para hacer que los consumidores se sientan bien por el impacto positivo que están teniendo sobre el mundo, absolviéndolos así de poner atención en las cuestiones sistémicas más destructivas.
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