Renegar de nuestro pasado o simplemente desconocerlo son formas como se trunca nuestro futuro. Por ello, creo que cuando se minimiza o se banaliza el legado social, político y teórico del movimiento feminista se quiere desconocer su valioso aporte a nuestra sociedad contemporánea.
Aquí les dejo el artículo de María Jesús Méndez quien nos ofrece una interesante reflexión sobre las opiniones de distintos personajes que pretenden renegar o desconocer el aporte sustancial del feminismo.
Ni machista ni ¿feminista?
¿Quién
quiere ser feminista? Horror. Es tan malo como ser lesbiana. Las feministas son
feas, raras, resentidas, se quejan por todo y odian a los hombres. No, gracias.
Es demasiado antiestético.
Y si a alguien le queda alguna duda,
por esto de la deuda histórica hacia aquellas que han dado su vida para que
consigamos derechos, no tiene más que leer las declaraciones de algunas mujeres
hermosas, exitosas, famosas y millonarias. Como la cantante y ex primera dama
francesa, Carla Bruni, quien aseguró a
Vogue que en su
generación no hay necesidad de ser feminista, que ella es burguesa, que le gusta
la vida en familia y adora tener un marido. Como si fueran mundos opuestos.
A finales de noviembre, cuando Katy Perry recogió el premio
Mujer del Año que le entregó la revista Billboard,
no encontró nada mejor que decir: "No soy feminista, pero creo en la
fuerza de las mujeres". Lady Gaga es otra cantante que dice no
considerarse feminista, y su razón es que adora a los hombres y la cultura
masculina de cerveza, bares y coches.
A favor de la mujer pero desmarcándose del feminismo se encuentran
otras como Demi Moore, Taylor Swift, Maribel Verdú y Juliette Binoche, quien
asegura que el debate es aburrido y es una forma estereotipada de pensar.
Peligroso. Injusto. Tanto que hasta duele. Que sean justamente las
mujeres las que renieguen de esta madre coraje que es el feminismo, de esta
señora de piel gruesa con dolores en la cadera de tanto andar, y que sigue
caminando. Esta madre que nos ha adoptado a todas, sin distinción, que nos ha
lavado la cara y nos ha mandado a estudiar, a formarnos. Que nos ha dado
herramientas, nos ha enseñado a decir que no, y nos ha susurrado con firmeza al
oído que podemos hacerlo todo. Que somos iguales. Cría cuervos.
Peligroso. Injusto. La facilidad con la que muchas mujeres
lesbianas y heterosexuales afirman en la actualidad que no son machistas,
faltaría más, pero que tampoco son feministas, como si se tratara de la misma
ideología vestida con diferentes ropas. Como si se tratara de un pensamiento
intolerante que por un lado lleva pantalón y por el otro vestido.
El machismo es una lacra social que el diccionario de la Real
Académica define como "Actitud de prepotencia de los varones respecto de
las mujeres". El feminismo es el "movimiento que exige para las
mujeres iguales derechos que para los hombres". Igualdad, no superioridad.
Tampoco prepotencia.
Hoy no declararse feminista es una irresponsabilidad con el
entorno, con nuestro pasado, nuestras oportunidades y, sobre todo, una
irresponsabilidad con nosotras mismas.
El que hombres y mujeres tengamos
las mismas oportunidades de acceder al Iphone 5 y elegir representantes NO ES
IGUALDAD REAL. Vivimos en una sociedad donde las acciones de violencia a la
mujer tienen distintos tamaños y se manifiesta desde focos dispares y
múltiples. Una sociedad donde un sacerdote puede publicar que
la violencia machista es culpa de las mujeres, que cada día están
más arrogantes y autosuficientes; donde sólo gracias a la presión internacional cuatro países accedieron a
enviar representantes femeninas a los Juegos Olímpicos 2012. Donde
en muchos casos los hombres ganan más que las mujeres por realizar los mismos
trabajos, donde dos tercios de la población analfabeta es femenina, donde el 90% de las fuentes y expertos
citados en los medios de comunicación son hombres, donde millones de
mujeres son vendidas, violadas, quemadas, explotadas y asesinadas cada año.
Pero no, ¿quién quiere ser feminista? Es más fácil caminar por inercia
que reconocer el poder, el amor y la fuerza de esa madre que nos ha dado todo
para que yo pueda estar escribiendo esto. Y tú puedas estar leyendo.
Tomado de El Huffington Post